
El ser humano no lleva millones de años sobre la tierra por casualidad, su naturaleza cumple una serie de requisitos que han permitido que un ser vivo sin capacidades físicas extraordinarias pueda convertirse en el amo y señor de la naturaleza.
EL HOMBRE, LA MEJOR TECNOLOGÍA JAMÁS PRODUCIDA
Para todos aquellos que dedican su día a día a la investigación de la fisiología del ser humano, nuestro cuerpo es la mejor tecnología jamás producida. Luego de estudiarlo, considera a la vida un milagro: “Tenemos 37 billones de células, y cada una es una entidad independiente”. El autor de “A short Story of nearly everything.” * Bill Bryson, comentaba incluso que hay suficiente material en el cuerpo como para ir a los confines de nuestra galaxia y por eso, los humanos somos mucho más que seres de carne y hueso. “Estamos hechos de los mismos elementos que se encuentran en el suelo: aluminio, cobre, oxígeno y helio. Solos no hacen nada, pero aquí en la Tierra se juntaron para formar vida”.
Estas características sorprenden por su extrema complejidad. Cómo explicar, por ejemplo, que las articulaciones sean mucho más lisas que el vidrio, pero a la hora de soportar la fricción tengan un coeficiente cinco veces menor que el hielo.
El cuerpo humano puede realizar hazañas increíbles como sucedió con una azafata Vesna Vulovic, una sobrecargo de la empresa JAT Airways, que pasó a la historia por haber sobrevivido a una caída desde 10.000 metros de altura al caer en unos arbustos. O la proeza de Aleix Segura al conseguir el récord Guinness en apnea estática en 2016 tras aguantar 24 minutos y 3 segundos bajo el agua. Nuestra estructura, puede tolerar más de 10.000 kg gracias a la musculatura si esta está entrenada. Sin embargo si dejáramos a nuestra columna vertebral sin la protección de los músculos colapsaría sencillamente con 10 kilos sobre ella.
El cerebro puede almacenar hasta 200 exabytes (un exabyte es una unidad de medida de almacenamiento de datos cuyo símbolo es el EB. Equivale a 1018 bytes de información) esta cantidad es muy esta muy cerca del contenido digital total de hoy. Nuestro corazón late 3.500 millones de veces en una existencia promedio y los pulmones procesan más de 15.000 litros de aire al día. Bryson, además, observa que el cuerpo está casi totalmente perforado si se tiene en cuenta que hay de 2 a 5 millones de folículos y posiblemente el doble de glándulas sudoríparas.

Bill Bryson: Mientras sobrevolaba el Pacífico, se percató de su ignorancia sobre los procesos que permitieron la formación y población de las vastas masas de aguas del planeta. De modo que, durante tres años, se dedicó a instruirse para responder esa y otras muchas preguntas sobre el planeta Tierra y el universo. En Una breve historia de casi todo, Bryson ha puesto al alcance del lector todas las respuestas que pudo encontrar en una narración que nos lleva, a través del tiempo y el espacio, al encuentro de científicos prodigiosos y de las teorías que más han contribuido a elaborar el saber humano sobre lo que nos alza el alrededor de todo lo que nos rodea.
LA MAESTRÍA EN LA ADAPTACIÓN AL ENTORNO
El ser humano es una máquina extraordinaria, y sin embargo lo que nos ha hecho sobrevivir millones de años no es otra cosa más que las capacidades de adaptación al entorno, nuestra genética nos permite, desde vivir en el polo norte en viviendas y construcciones bajo el hielo, hasta aguantar días sin beber agua corriendo descalzos varias decenas de kilometros como es el caso de los corredores tarahumaras, en el libro “Nacidos para correr” de Christopher McDougall, este, tras vivir una secuencia de malas experiencias con médicos y profesionales de la salud que desahucian su caso por complejidad, acaba llegando a conocer la historia de los corredores tarahumaras, un pueblo de México que vive para correr en las antiguas barrancas del cobre de Chiguagua y que apenas sufren lesiones. Christopher McDougall que venía de las montañas de México, que corría con unos trapos y sandalias y que ganó una carrera de 160 km.

A pesar de esto, algunos cuidan poco esta máquina prodigiosa, algunos olvidan que el ser humano no solo es una máquina en cuanto a la adaptación y que de la misma forma que puede aguantar diariamente varias decenas de kilómetros con poca comida, también puede volver un especialista en otros entornos, y no nos referimos al entorno de los buceadores de perlas, donde desde los egipcios, los sumerios y durante toda la historia hasta los indígenas australianos, muchos seres humanos sin ningún tipo de equipamiento han sido capaces de sumergirse en aguas hasta 30 metros aguantando de forma regular alrededor de minutos bajo el agua, sin embargo, lo que nos acontece hoy de cara a las capacidades de adaptación de nuestra especie, está más cerca de nuestra evolución en el entorno, y el efecto en nuestra fisiología que de la evolución de nuestras capacidades en relación con nuestro entorno.

Hoy día llama la atención de sobremanera como hemos normalizado el uso de todo tipo de elementos que favorecen nuestras comodidades y nuestro confort, a diferencia de estos buceadores y cazadores de perlas, o de los corredores tarahumaras, que requerían el uso de sus capacidades físicas e intelecto nuestro entorno nos facilita una tremenda adaptación a la sedestación y al consumo de pantallas.
Cualquier lector de este libro, encontrará que estamos rodeados de ascensores, sillas, sofás, pantallas, televisiones, neveras, grifos, GPS o calefactores, lo que en muchas ocasiones vuelve a las personas unos auténticos expertos en el uso de ordenadores, smartphones, y distintos dispositivos eléctricos, pero a su vez provoca su falta de adaptación a los recursos naturales que tenemos como especie, ya no hace falta ir a cortar leña al bosque para calentarse, cavar para hacer un pozo y poder beber, o incluso tocar música, pues con un sencillo dispositivo y mediante un botón podemos de manera instantánea cubrir todas nuestras necesidades sin esfuerzo físico.
Es muy positivo que nuestra especie pueda adaptarse a cualquier cosa, o que nuestros mecanismos fisiológicos sean tan precisos que gestionen de una forma tan eficiente nuestro gasto energético, esto es precisamente lo que nos ha permitido evolucionar y ser la especie más dominante de la historia, el único handicap es que adaptarse a hacer cada vez menos, a esforzarnos menos físicamente por el aumento de nuestros recursos, tiene un efecto degenerativo no solo para las células de nuestro cuerpo, sino para nuestra mente.
La ciencia no solo está respaldando los beneficios de caminar al menos 10.000 pasos diarios, por los beneficios que tiene para nuestro cuerpo, estudios realizados por investigadores de la Universidad Duke en Carolina del Norte, concluyeron que la velocidad en el paso podría mostrar el deterioro de las células en el cerebro y el cuerpo. A la edad de 45, los que andan despacio mostraron un envejecimiento mayor.
Concretamente los pulmones y el sistema inmune estaban en peores condiciones que los de los sujetos con una velocidad superior en sus caminatas diarias.
RESPUESTAS ANTE EL ENTORNO
En este artículo, no solo vamos a quedarnos en la respuesta antropológica ante el entorno y como nuestros mecanismos automáticos reaccionan ante aquello con lo que interactúan, vamos a comparar la respuesta al entorno de forma activa versus la respuesta al entorno de forma pasiva.

En otro artículo puedes encontrar más información acerca de como la sedestación y nuestra postura de cara a sentarnos afecta a nuestro cuerpo, sin embargo, en esta ocasión queremos remarcar como la posición de nuestro cuerpo puede cambiar cuando lucha contra la gravedad, a una forma totalmente decaída cuando dejamos de luchar contra la misma.
El lenguaje no verbal, esto es, la forma que tenemos de expresar ideas, emociones y sentimientos sin necesidad del uso de las palabras, o la lengua escrita, es algo que independientemente de nuestra edad o cultura sabemos asociar o disociar sin dificultad, alguien que tenga una posición decaida y de abatimiento es probable que baje los brazos, se deje caer hacia el suelo y se sienta vencido por la fuerza de la gravedad, sin embargo, alguien que se sienta eufórico, ilusionado y agradecido, es casual que tenga una posición de expansión donde abra su caja torácica respondiendo de una forma activa hacia el entorno, algo que hemos tratado en otros artículos de PNM es la asociación psicológica que existe entre nuestro cuerpo y nuestra mente, las conexiones entre la respuesta de nuestro cuerpo y como nos sentimos o la calidad incluso de nuestros pensamientos está directamente relacionada con la conexión que tenemos con el mismo, es por este motivo por el que cada vez son más frecuentes técnicas de respiración como las de Wim Hof, o las del autor Patrick Mckeown que permiten al individuo conectar más con su fisiología y generar una respuesta activa al entorno.

La evidencia científica y la labor de divulgadores como Patrick Mckeown, James Nestor, con la respiración, o de psicólogos como Jordan B. Peterson o Amy Cuddy arrojan luz sobre como la posición de nuestro cuerpo, el dominio del cuerpo sobre la mente permiten afectar directamente a nuestro estado de ánimo y actitud, y psiquiatras como Enrique Rojas apoyan que la voluntad debe primar sobre nuestra inteligencia para no caer en las tiranías de los me apetece y no me apetece que pueden de forma directa impactar negativamente sobre nuestra salud física y mental.
En una conversación que se repite, en muchas ocasiones hablo con mi amigo Josué de cómo cada año muchas personas se bajan del barco, y caen ante la tiranía de los me apetece, o no me apetece.
Usamos esta expresión para señalar una circunstancia que hemos observado que lleva años repitiéndose, personas que dejan de luchar y se abandonan a sí mismas.
En nuestras conversaciones mencionamos a compañeros, o conocidos y cómo estas personas bajan los brazos y se dejan llevar por la comodidad y el placer a corto plazo.
Hemos observado que cada año que pasa sea por un motivo o por otro estas personas rompen con sus compromisos y dedicación para caer en la desidia y el conformismo.
Trato de reconocer los patrones que llevan a ese abandono para observarme a mi mismo y poder evitar caer en lo mismo.
Sucede que muchas personas están sostenidas por su entorno, no son sus propios hábitos siguen los de otras personas, por eso cuando esas personas no están, estas caen estrepitosamente.
Otros comienzan a flaquear con pequeños caprichos y aumentando sus comodidades, hasta que estos caprichos y comodidades se hacen más grandes que su voluntad.
Otras personas cambian de vida radicalmente y cuando quieren retomar el camino, se hace muy difícil recuperar la inercia.
Seas quien seas recuerda que el carácter se forja como un proceso continuo y constante, no te faltará voluntad si encuentras o creas algo más grande que tú, y eso requiere entrenamiento.
Es muy pronto para bajarse del barco, tu alma sigue aquí.